29 de julio de 2011

1.- LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA PREHISTORIA

       1-1 Introducción
       1-2 Fenicios
       1-3 Griegos
       1-4 Cartagineses
       1-5 La Hispania prerromana

1-1 Introducción

Se podría definir la Prehistoria como los hechos ocurridos en la humanidad con anterioridad a que tengamos constancia escrita contemporánea del mismo, o dicho de otra manera, la ciencia que estudia la historia de la humanidad durante dicho período. Como cabe deducir por la definición, es una parte de la Historia y tiene, lógicamente, sus mismos objetivos. Su período no tiene unos límites muy precisos que digamos pero que podrían ir desde los primeros humanos hasta los más antiguos sistemas de escritura, es decir que la Prehistoria abarcaría dos millones y medio de años frente a apenas cinco mil años de Historia. Hay que ver qué cosas tiene la vida.

Uno de los lugares -ni mucho menos el único, claro, pues existen innumerables lugares repartidos por todo el mundo- para estudiar esta parte de la existencia humana son las excavaciones de la sierra de Atapuerca (Burgos) en las que se han descubierto unos excepcionales vestigios arqueológicos y paleontológicos, entre los cuales destacan los testimonios fósiles de, al menos, tres especies distintas de homínidos: Homo antecessor, Homo heideñbergensis y Homo sapiens. Eso sí, estas excavaciones en la actualidad son la principal fuente para el conocimiento del Homo erectus en todo el mundo.

Sin duda lo más destacado de estas excavaciones es la llamada Sima de los Huesos en la que, hasta el momento, se han encontrado más de 1.000 fósiles de huesos humanos que representan todo el esqueleto, incluyendo un cráneo con el rostro completo que se le ha llamado Miguelón en homenaje al ciclista Miguel Induráin. Estos restos pertenecieron al menos a 30 individuos y la antigüedad de este conjunto supera los 300.000 años.

En todo caso, la fecha que se propone por los expertos y estudiosos para la presencia del homo erectus en España es inferior a un millón de años.

A pesar de que en aquella época los avances se producían a una velocidad muy diferente a la actualidad, que desde luego es de vértigo; en torno al año 1000 antes de Cristo se producen importantes cambios en Europa que afectan de una manera fundamental a la Península Ibérica. En esta época tiene lugar la aparición de la metalurgia del hierro y la aparición de la escritura, con lo que se puede considerar que, en el primer milenio antes de Cristo, estas tierras entran plenamente en la época histórica. Después de un aislamiento en que las formas materiales de la cultura del Bronce se estancan en la Península, en especial en las zonas del interior, en el norte y oriente de Europa la metalurgia evoluciona, aportando con ello nuevas soluciones en la vida cotidiana de esos pueblos.

El primer milenio antes de Cristo, sin embargo, no sólo es importante por la introducción en la Península de avances tan significativos como la escritura o el hierro; lo es, asimismo, por la incorporación definitiva de las tierras peninsulares a las grandes corrientes del comercio y la civilización, fruto de las cuales será en primer lugar el establecimiento de colonias - primero fenicias y luego griegas - y finalmente por la anexión del territorio a la órbita de Roma.
Popularmente siempre hemos conocido como los primeros pobladores de la Península Ibérica a los iberos y celtas. Cada uno en un lugar del suelo ibérico: los iberos al este y sur y los celtas en el norte y centro fundamentalmente. De su fusión, diríamos hoy, surgieron los celtíberos. Gracias a este hecho, miles de años después, Luis Carandell pudo escribir su celebérrimo Celtiberia Show.
Antiguos pueblos de la aPenínsula Ibérica
Sin embargo, hay que destacar que las fuentes de la época aluden a un amplio abanico de pueblos. Los más importantes fueron: en el norte los galaicos, astures, cántabros y vascones; en el centro los vacceos, vetones, carpetanos y lusitanos; en el este los, layetanos, edetanos, y Lacetanos; y en el sur los bastetanos y turdetanos, protagonistas de la brillante cultura desarrollada en torno al nombre poco menos que mítico de Tartesos, del que se ignora si fue un territorio, una ciudad o un río.    

1-2 Fenicios.

El pueblo fenicio, oriundo de los valles del Líbano, desempeña un papel muy importante en la Península Ibérica por traer la cultura de Oriente a sus tierras. Su papel en el desarrollo del comercio y las relaciones entre pueblos fue decisivo y, además, lo hicieron de forma pacífica. Los fenicios, desde antiguo, se dedicaron de forma natural a las relaciones comerciales: su posición intermedia entre poderosos pueblos mediterráneos, su escasa agricultura, su habilidad marinera y su temprana vocación mercantil llevaron a estos pueblos a la navegación por el Mediterráneo.

Sin duda los fenicios eran muy hábiles en los negocios y mantuvieron contactos con los distintos pueblos de la costa mediterránea para intercambiar productos: obtenían metales y otras materias primas a cambio de joyas, telas, marfiles, objetos de orfebrería, etc. Este sistema mercantil basado en el trueque fue dando lugar progresivamente a la creación de colonias comerciales estables. Así, a comienzos del siglo VIII antes de Cristo (a.C.), los fenicios contaban ya con algunos establecimientos comerciales y fabriles en la Península Ibérica. En concreto se dice que, al otro extremo del Mediterráneo, ya en el siglo IX (a.C.) fundaron su primera colonia en la Península: Gádir (Cádiz). Probablemente los fenicios no sólo tuvieron en cuenta el valor comercial de la zona (riquezas minerales de la zona de Huelva, por ejemplo), sino también su valor estratégico, pues desde allí podían dominar el paso del Estrecho de Gibraltar. Sexi (Almuñécar), Malaka (Málaga) o Abdero (Adra) fueron otras colonias fundadas por los fenicios.

Aparte de monopolizar, prácticamente, el comercio de metales, los fenicios impulsaron la industria de salazón.

1-3 Griegos

Otro de los pueblos que colonizaron parte de la Península Ibérica fue el griego. Al parecer los griegos tenían un problema demográfico en sus ciudades y este debió de ser uno de los motivos de su llegada a la antigua Iberia, sin olvidar, desde luego, otro objetivo, quizá el más importante, como era la cuestión comercial. Los griegos divulgaron el alfabeto y el uso de la moneda. Asimismo practicaron intercambios de productos de diverso tipo con los nativos. También los griegos fundaron asentamientos como, por ejemplo, Emporion (Ampurias)

1-4 Cartagineses

Los cartagineses pertenecían a un pueblo de origen fenicio y se establecieron en Cartago (Túnez). Debido a su posición estratégica en el Mediterráneo, se hizo con todas las colonias fenicias de occidente, incluidas las de la Península de la que se conseguían materias primas en abundancia.

Después de la Primera Guerra Púnica (264 a.C.-241 a.C.)[1] los cartagineses, con Amílcar Barca a la cabeza, emprenden, desde Cádiz, la conquista de la zona mediterránea de La Península comenzando la invasión del valle del río Betis (Guadalquivir). Muerto Amílcar (229 a.C.) le sucede su yerno Asdrúbal quien continuó su labor invasora; fundó Cartago Nova (Cartagena) y llegó a un acuerdo con los romanos -ya presentes en la Península Ibérica- para fijar los límites de influencia de los dos imperios: el río Ebro. Así, los cartagineses se adueñaron de todo el sur de la península y del Levante hasta el golfo de Valencia.

Asdrúbal muere asesinado el año 221 (a.C.) y es elegido Aníbal para sustituirle -en esos momentos contaba con 25 años- un genio militar considerado como uno de los guerreros más grandes de la Edad Antigua. Continúa con la invasión y ocupa las ciudades de Toro y Salamanca desde donde vuelve a Cartago Nova cargado de rehenes. El asedio, y conquista, por parte de Aníbal de Saguntum (Sagunto) (219 a.C.)[2] dio pie al inicio de la Segunda Guerra Púnica (218 a.C.-201 a.C.) que concluye con una nueva derrota cartaginesa. Este es el comienzo del declive definitivo de Cartago y la conquista de la Península Ibérica por parte de Roma.

1-5 La Hispania prerromana

Bueno, como hemos visto, la composición étnica de la Península Ibérica cuando están a punto de llegar los romanos a ella, era muy variada y reunía una serie de pueblos y culturas autóctonos muy diversos, aumentado, además, con los distintos pueblos llegados en el transcurso del primer milenio antes de Cristo.

Uno de los rasgos que más pueden evidenciar la diversidad de pueblos y culturas de que hablamos, es la cantidad de lenguas, muy distintas entre sí, que se hablaban en el solar ibérico antes de la llegada de los romanos. Todas desaparecieron por la unificación del latín, con la única excepción del vascuence, que se hablaba -y se habla en la actualidad- en tierra de los actuales territorios del País Vasco y Navarra.


[1] Las Guerras Púnicas, que fueron tres, se produjeron entre las dos grandes potencias del Mediterráneo en aquellos tiempos: Cartago y Roma. Antes de la Primera Guerra, Cartago era la potencia dominante mientras que Roma era la potencia emergente. Después de la Tercera Guerra (149 a.C.-146 a.C.), que acabó con una aplastante victoria romana, Cartago dejó de existir y Roma quedó como única potencia mediterránea.
[2] Se cuenta, pero no es verdad (como otras muchas cosas pertenece a la leyenda), que los saguntinos al ver la imposibilidad de aguantar el ataque de los cartagineses, por la tardanza de la llegada de las tropas romanas en su ayuda, antes de rendirse prefirieron encender una gran hoguera y arrojarse toda la población a ella. De tal forma que cuando Aníbal penetró en la ciudad al ver el panorama de desolación existente, cogió un cabreo tremendo (¡Qué exageración! No la de Aníbal, no; la de la leyenda)

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